La hija del cartero

Con treinta eneros
de soltería
recostada sola
en su habitación
los pechos firmes
que nunca supieron
de besos tibios
ni caricias furtivas
la hija del cartero
se masturba
leyendo cartas
de amores febriles
que nunca llegaron a destino.

Sudor

"lo imagina acelerando ya canoso y clava un valium,

y no cabe entre sus sueños que el torino se fundió"

La bestia potenciada-La chicana




El tiempo y su estúpida

costumbre de pasar

le fueron quitando

saliva a los besos

gemidos a la noche

y movimientos a las manos esas

que se buscaban a cualquier hora

y en cualquier lugar

para amarse a gritos

y aferrarse hasta con la lengua

al sudor de cada verano.

Habladurías.

Dicen que se amaban,
dicen.
Que se conocieron de casualidad
en casa de una amiga mutua
y las noches pasaron
entre vinos, gemidos y bailes
de cóncavos y convexos.
Dicen que todo termina.
Dicen que ella le pegaba
y  dicen que el tenia
una extraña predilección
por los culos que habitaban
los bailes del Central Coronda.

Olor a gol.

Te sostuve como pude

el cero a cero

de visitante

y con la cancha a media luz

pero desarme mis filas

cuando me quedó

un corner en ataque

con olor a gol entre tus piernas.

Mala decisión.

Rápida y habilidosa

me gambeteaste en una baldosa

y me liquidaste de contra.